UN MAR SIN RIBERAS

    Premio Bienal 29 de Artes Visuales

    Los seres humanos vivimos bajo el mismo cielo, pero todos tenemos un horizonte diferente. El hombre puede ir a donde quiera, puede emprender lo que desee sin embargo siempre volverá al camino que le fijo la naturaleza.

    Al cruzar el ancho mar en una embarcación precaria nos encontramos que al principio de la travesía el oleaje no nos permite ni siquiera soñar con el horizonte y mucho menos con la tierra firme; solo se piensa en la travesía. Esa travesía que esperamos sea en un mar plácido ya que la placidez del mar es más gratificante que ser atrapado por sus olas. Cual será el destino si logramos llegar a tierra firme.

    Lo importante no es lo que nos hace el destino , lo que nos hacen las circunstancias de la vida que se nos presentan; lo importante es lo que nosotros hacemos de ellas. Debemos de actuar de forma de que no vayamos en contra del destino sino que tratemos de ir delante de el, ya que el se ríe de las posibilidades y la vida es muy irónica.

    Los sentimientos de los seres humanos frente los retos y las adversidades de la vida son diferentes. Cada individuo las enfrenta de forma diferente y en él se desatan sentimientos variados y hasta encontrados. La vida nos puede herir de dos maneras; nos hiere cuando nos niega nuestros deseos pero también nos puede herir cuando nos los concede. Hay veces que lograr nuestros deseos hace más doloroso y difícil el camino por la vida que cuando se nos niega.

    Sin embargo sin esperanzas no hay sueños, no hay luz, y no hay mar en el cual echar a navegar nuestro barco de la vida.

    El destino es un monstruo que se construye cuando el hombre junta todos sus errores en su caminar por la vida. Cada individuo tiene la suerte que le marca su destino y nunca se va lejos cuando no se sabe hacia donde se camina.